sábado, 19 de diciembre de 2015

De viajes estelares

Sentí su corazón tocando el mío. 
¿Era cierto? ¿Era posible sentir eso con el simple contacto de su mano en mi espalda?
Mis ojos estaban cerrados, no sabía quién era. 
Sin embargo mi Ser podía reconocerlo.
En ese momento, y por primera vez, 
me fui al recuerdo de cuando fui cielo, 
fui estrella, fue esencia pura del espacio y del Cosmos.
Ése espacio lo había compartido con él. 
Lo supe al abrir los ojos 
y encontrarlo en este aquí y ahora con un abrazo.
Abrazar, danzar, contemplar. 
Cada compartir me hizo volar.
Es que al abrazarse nuestros cuerpos, 
se abrazaban nuestras almas.
Y al son de los primeros latidos, 
danzamos en cada (re)encuentro.  

viernes, 25 de septiembre de 2015

Divagante

Anónimo misterioso, desnudo y hermoso.
Puedo verlo en tus ojos, en esa foto que me muestran.
Mis ansias por (re)encontrarte. Tu mensaje que aún no llega.
La ilusión, persistente.
Me gusta esperarte, y puedo no desesperar.
Sé que nada puede existir, o que todo puede explotar en el cruce de nuestras miradas, en el choque de nuestros cuerpos.
Cuando nos volvamos a ver y el Universo de tus ojos refleje mi desnudez, podré confesarte que he soñado con este momento más de una vez. Podré reírme de mi romance infantil mientras bebamos whisky barato de una petaca 
y pose con mi piel para que me dibujes.
Y cuando pasen más días quizás te cuente que me gustaría en el mar (re)crear  juntos el final de esa novela que leí la última vez que te vi.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Fluir.



Bastaba con dormir juntxs, 
hasta que ya no bastó. 
Las caricias se hicieron de fuego,
los labios se buscaron
y exitosos prosiguieron
hasta que no quedó aliento.
El amor se hizo sexos.
Compartir hasta unirse,
fundirse, fusionarse.
Sentir sin limitar,
Compartir, no competir,
Fluir, amar, conectar.
Que si después no se repite.
que si vuelve a suceder,
no importa nada.
Ser amiga,
ser amor,
y que los abrazos no se agoten.
Que el mar va y viene
 sin preguntarse por qué,
Para que vos y yo fluyamos 
sin preguntarnos por qué.

domingo, 9 de agosto de 2015

El Contador de Cuentos.

Desde su primer relato me convertí en una fiel Oyente. Hacía tiempo no escuchaba historias tan bien contadas: comenzó con ideales y tormentos del pasado, siguió con proyectos atrapantes y  no terminó, dejando motivos convincentes para volver a ser escuchado. 
El Contador de Cuentos (que a veces es Libro porque está lleno de personajes) llegó una noche de Mar y Luna que Yo estaba siendo Fuego acompañada por mi amiga Hada. El Fuego lo llamó, yo ya lo estaba esperando.
De esa noche de fuego, pasaron varias noches de cuentos y otras tantas de pasión. Yo sabía que me sería imposible resistirme a un narrador tan prolijo, a semejante escritor, a semejante lector. Estaba entusiasmada cada vez que sabía que iba a verlo.
Por suerte el deseo fue mutuo y no tuvimos que esperar mucho para estar piel a piel, siendo Uno de a ratos.
Cada vez que lo veo, el Cuentista me cuenta nuevas historias. Y yo lo escucho con la atención que me da la Bruja y la contemplación que me daba el Pájaro. Aunque a veces las historias se repiten, nunca son iguales. Sin embargo, hay algo en común en todos sus cuentos: lo que
(creo que) me quiere decir con ellos, que (Eso no lo quiero contar) es lo que más me gusta de él.
Entre tantas palabras y tantas historias del pasado, aparecen besos y abrazos que nos traen al Presente, y entonces todo tiempo deja de existir. Y cuando se callan hasta los pensamientos, ahí, escucho lo más sincero de su Ser, y soy, entonces, consciente que elijo estar ahí, escuchando, contemplando, y amando. Por primera vez sin miedo, porque aunque no estoy segura de que sea inofensivo, sé que yo lo soy, soy amor y disfruto este momento. 

La Bruja.

-De la que siempre estuve enamorada- me escuchó contarle miles de historias. Siempre que vuelvo de un viaje tengo que verla y contarle todo (para ayudarla a despertar su magia, esa que tiene apagada, su magia blanca - Al menos eso creo yo-). 
No imagino vivir sin compartirle mis aprendizajes, sin tratar de invitarla a que vuele un rato, aunque no sea conmigo. 
Siempre me escucha atentamente, toma de mi lo que le sirve y lo usa para alguna posión que algún día se va a animar a tomar.
Tiempo atrás, mucho antes del Pájaro, la Brujita me había hechizado y yo vivía inmersa en esa brujería que escapaba a cualquier razón. Me mostró la oscuridad y me hice oscura. Me hice temerosa, desconfiada y triste, me apagué. 

Un día ya no pudo soportar en lo que me había convertido, ella también estaba siendo víctima de su propio embrujo, y me mandó a volar.
Con miedo y desconcierto, creí que sin la Bruja yo ya no era nada, porque había dejado de ser Yo y no me recordaba. Intenté en vano quedarme cerca, aferrada, pero sin darme cuenta ya estaba volando, y estaba convirtiendo toda esa oscuridad en Luz. 
Me llevó tiempo volver a encontrarme con la Bruja, pero cuando sucedió, ninguna de las dos éramos las mismas. Yo tenía alas, y luz para convidarle y ella supo necesitarme y recibirme, porque otra Bruja hacía con ella lo que ella había hecho conmigo.
Tuvimos que acostumbrarnos a que Ella ya no dominaba mis sentimientos y que Yo ya no era su prioridad... fue extraño, pero al cabo de un tiempo y breves intentos fallidos pudimos aprender, acomodarnos y ser auténticas la una con la otra. 

Después de tanto proceso con la Bruja compartimos nuestras más íntimas historias y nos ayudamos mutuamente. Ella siempre escuchando, yo siempre consolando. Muchas veces entendiéndonos sin hablar.
Nos une la incondicionalidad, que es más poderosa que cualquier hechizo, porque es con Amor, amistad y sin rencores.
Yo necesito su magia, y ella necesita mi calma.

El Pájaro.

Una vez me enamoré de un Pájaro. El Pájaro que me observaba en silencio y con ternura. Fue muy breve el tiempo que yo pude contemplarlo.
Cantamos juntos una noche, una sola, y otras cosas que (lamentablemente) no puedo recordar.
Días después lo vi partir con la convicción de que íbamos a reencontrarnos pronto. 

Pasó el tiempo y sin querer convertí esa noche borrosa en miles de posibilidades, en encuentros románticos y casuales, en vuelos compartidos, en abrazos alados.
Un año pasó, y ese pájaro sigue en algún lugar. Recordando, quizás, una sola noche sonriente o ni siquiera recordándola. ¿Me habré enamorado del Pájaro? ¿ O me enamoré de como voló, y me dejó libre de imaginar todas las historias que quisiera? Ese amor me dura hasta hoy, y ya ni yo sé si en realidad existe.